Escritores y lectores de novela negra interpretan su éxito en que su función va más allá del simple entretenimiento; el crimen es apenas la excusa para ahondar en aquellas cuestiones que afectan a la sociedad. Ángel Gil Cheza entiende de este modo el género, y Otoño lejos del nido es un ejemplo evidente: la trama apunta a thriller policíaco, pero muy pronto vira hacia la novela social –sin perder el interés por resolver los asesinatos– para reivindicar unos personajes al límite de la esperanza y que la misma sociedad amenaza con invisibilizar de forma irremediable.
Así, Ivet Portabella es la sargento de los Mossos d’Esquadra que se ocupará de investigar una muerte con una puesta en escena impactante: una mujer desnuda colgada en el interior de un nido enorme colgado de un árbol y elaborado con ramas secas. Al mismo tiempo, Édgar Brossa, otrora periodista cultural al frente de una reputada revista de crítica literaria, malvive en la miseria y el ostracismo de la profesión tras enfrentarse a un poderoso grupo editorial hasta que la llamada de un viejo amigo despierta el instinto que creía perdido: deberá esclarecer la desaparición del hermano de aquel, un novelista de éxito del que no se tienen noticias desde hace más de un año.
Los dos protagonistas comparten la desazón en la que se ha convertido su vida: en una profesión donde los hombres monopolizan los cargos importantes, Portabella lucha por mantener su estatus en plena crisis de madurez, desencantada con su día a día, anquilosada en el recuerdo de una noche de hace décadas y refugiada en la bebida para hacer más soportable la melancolía y la pérdida; Brossa, por su parte, también bebería para olvidar… si se lo pudiera permitir: su pasado como periodista apenas es ahora un recuerdo, centrado en encontrar la manera de detener esa mala racha personal como sea, haciendo chapuzas o aceptando encargos extraños bajo la promesa de un sueldo que no sabe si cobrará. La pugna de ambos por encontrar su propio lugar en la sociedad también la comparte el cabo Tarrós, que lleva toda la vida tratando de ser aceptado tal y como es, sorteando los prejuicios de compañeros y vecinos.
Al tiempo que la sargento trabaja en la muerte de la joven, un nuevo asesinato, en este caso el de un banquero alemán, la llevará hasta un hotel lujoso de Barcelona. Allí descubrirá que el hombre lucía un extraño tatuaje que intentó eliminar antes de morir: la palabra “otoño”, un tatuaje que también llevaba el novelista desaparecido. De este modo, los caminos de Portabella y Brossa no tardan en cruzarse.
A pesar de estar ambientada en la Barcelona posterior al referéndum del 1 de octubre de 2017, la novela no profundiza en la situación política, aunque sí sirve para insinuar la situación crispada dentro de los Mossos d’Esquadra, además de evidenciar que algunos vieron la oportunidad de medrar en el cuerpo. Asimismo, el relato también evoca los punks de los ochenta, los movimientos antisistema y la parte menos conocida del mundo editorial –con un curioso guiño a la anterior novela del escritor de Vila-real, Pez en la hierba–, a merced de los grandes grupos empresariales, que consideran la literatura un producto comercial sin más.
Más allá de su fórmula policíaca –cuyos recursos narrativos Gil Cheza respeta y utiliza, ya sea con el misterio de los asesinatos, los sospechosos en el punto de mira o los inevitables giros de la trama–, Otoño lejos del nido merece ser recordada como una excelente historia sobre el drama individual que cada uno de nosotros intenta sobrellevar de la manera más digna, sobre las amenazas que nos acechan y la necesidad de enfrentarse a los miedos que nos impiden seguir nuestro camino, una novela comprometida y un ejercicio de justicia necesario que actúa como altavoz de quienes están a punto de tirar la toalla. Porque, a pesar de las dificultades, siempre hay un motivo para no dejarse vencer.
Título: Otoño lejos del nido
Autor: Ángel Gil Cheza
Editorial: Suma
Fecha de publicación: Febrero de 2020
ISBN: 9788491294351
Páginas: 464 páginas
Precio: 17,90 €
____________________
Escrito por: Robert C. Martínez