
Escritor, humorista, periodista musical, crítico de televisión e ilustre ignorante desde el 2008, Pepe Colubi debutó como novelista ese mismo año con California 83 (Editorial Espasa), cuyo protagonista era Pipi, una suerte de alter ego de Colubi al que conocíamos en su adolescencia y que emprendía viaje a Estados Unidos para cursar los estudios de COU. Más tarde llegaría Chorromoco 91 (MR Narrativa, 2014), segunda parte de las desventuras de ese muchacho, ahora en su etapa universitaria. La tercera entrega es Dispersión (Editorial Espasa), en la que, una vez aprobada la carrera de filología, nuestro antihéroe deberá buscarse la vida combinando trabajos esporádicos, a menudo mal pagados, y sorteando el infortunio que amenaza su único objetivo vital: «Yo no quería hacer nada en la vida. Literalmente.»
Dos años después de licenciarse, Pipi está más perdido que nunca: admite que mientras acudía a la universidad tenía un objetivo, algo por lo que luchar ─a su modo, claro─, pero una vez finalizada esa etapa, el futuro se le antoja totalmente impredecible. No quiso precipitarse en la toma de grandes decisiones, pero el período de reflexión se alargó sin remedio, al tiempo que esquivaba un aburrido empleo en una empresa de mensajería y evitaba preparar unas oposiciones poco motivadoras. Sigue compartiendo piso con Jandro, pero sus amigos inseparables de la facultad, Bosco y Urtubi, han quedado atrás. Además, marcado por su falta de ambición y un optimismo injustificado, se conforma con unos exiguos ingresos que obtiene escribiendo reportajes publicitarios, colaborando en una emisora de radio local y dando clases particulares de inglés.
De este modo, Pipi entra en la treintena sin un plan predeterminado a seguir, con un alarmante miedo al compromiso y aquejado de esa dispersión que alude el título. Mantiene, eso sí, su obsesión por la música, algo más que una afición, un aliciente para conservar la cordura en su día a día y que le llevará a recorrer las calles de Londres buscando conciertos, asistir a festivales de renombre, transformarse en improvisado DJ de bares e incluso a formar una banda de rock, con debut y disolución en el mismo bolo. La música es algo esencial en su vida, refugio y vía de escape en sus momentos más tristes, ya sea viendo a los Black Crowes, a Luis Aguilé o a una Rocío Jurado en plena forma.
En esta historia las mujeres tendrán, de nuevo, un papel relevante. Nuestro Pipi es como aquel Carpanta hambriento que soñaba constantemente con pollos asados, aunque en su caso acaba perdido en ensoñaciones lúbricas de suerte dispar. A los diversos encuentros casuales que mantendrá con desconocidas habrá que sumar las reapariciones de Sara y Eva, antiguos amores que dejaron huella en el protagonista y con una sensación de desazón que, ahora, tendrá la oportunidad de desquitarse.
La “fórmula Colubi” se basa en el humor, las situaciones absurdas, la música y el sexo ─o la ausencia de él─; además, el autor presta su verborrea característica a un protagonista con el que comparte muchas de sus propias experiencias ─en la vida real, ese ensayo sobre televisión que publica Pipi se tituló La tele que me parió─. Dispersión mantiene el buen nivel de sus predecesoras, por lo que es garantía de diversión y risas ─celebradas carcajadas al recordar el chiste sobre Heidi que se ve forzado a explicar en la radio, alentado por Gemma Nierga y Boris Izaguirre─, pero la entrada a la madurez hace que también deba enfrentarse a la pérdida de seres queridos; ahí la narración adquiere un tono distinto, profundo y melancólico, quizás, que la convierte en una novela mejor que las anteriores.
Título: Dispersión
Autor: Pepe Colubi
Editorial: Espasa
Fecha de publicación: Febrero de 2021
ISBN: 9788467060829
Páginas: 280 páginas
Precio: 19,90 €